jueves, 22 de diciembre de 2011

ADIÓS A SANTA


A veces siento que ciertas advertencias neomarxistas a la David Harvey o a la Neil Smith son puras exageraciones: ¿Cómo es eso del “revanchismo urbano” de las burguesías que quieren retomar los Centros Históricos? ¿Sería cierto que estamos frente a una guerra a la Custer? ¿Matar indios, robarles el territorio? Nada más faltaría que se corten orejas como en la conquista del Oeste americano y la Guerra del Desierto en Argentina…No, señores, ¡estamos en el siglo XXI no en el XIX! ¿No creen que exageran un poco? ¿No sería que tienen el “complejo de Moyssan” o sea que ven maldad por todas partes donde él ve extraterrestres?
Y sin embargo, anoche que oí el noticiero televisivo me quedé pasmado al oír que el gobierno de “izquierda” del Distrito Federal había tomado la decisión de cancelar, a partir del 2012, la presencia de la verbena popular de Santa y los Reyes Magos en la Alameda de la ciudad de México. Por sesenta años, la población de la ciudad se acostumbró a ir a ver a Santa a la Alameda. Sacarse la foto en uno de los cuarenta paisajes-escenarios fue el placer de pequeños y grandes. Juegos, manzanas en dulce, el famosísimo algodón con sus colores pasteles, la romería de todo tipo, todo eso debe desaparecer para el año 2012. Y no olvidemos los Reyes Magos: ellos también son parte de una vida urbana rica en sabores, colores y afectos de todo tipo.
Pero ya no. La explicación que dió un funcionario en la entrevista televisiva es evidente: ya son muchas personas las que acuden, y es mejor pasar esa romería al Palacio de los Deportes. Será entonces un evento más entre competencias deportivas y ferias del regalo, de la novia, del empleo y de cualquier cosa. Pero la romería de diciembre tiene otro sentido, es otra tradición y no se puede equiparar tan fácilmente con los eventos consumistas que suele albergar el Palacio de los Deportes.
La falta de sensibilidad del gobierno es evidente, pero peor aun es el segundo argumento apenas deslizado en la entrevista: “unos inversionistas privados se interesan en mejorar y reforestar la Alameda”. Ya salió el peine…”gentrificar” la Alameda es un tema central ahora. Claro, si han visto las publicidades inmobiliarias para los nuevos conjuntos frente a la Alameda y en ese perímetro en renovación que queda atrás de la avenida Juárez, se entiende perfectamente. La imaginería manejada por los promotores presenta a la Alameda como una suerte de Central Park neoyorkino, un buen argumento para vender caro unos departamentos modernos para clase media con sueños americanos en todos los lóbulos de sus reducidos cerebros. Se trata de poder ir a hacer el “jogging” en “Central Alamída” (favor de pronunciar en buen inglés no como Peña Nieto, por favor) y de pasear “french poddle”, chihuahuas, pekineses y otras bolas de pelos para departamentos sin tener que cruzarse con las clases peligrosas.
Pero sacar a la “prole” de la Alameda no se podrá resolver solo con quitar el evento decembrino: falta quitar los ancianos que descansan en uno de los pocos espacios verdes del Centro Histórico; los empleados domésticos que vienen a buscar en ese espacio un poco de su pueblo perdido; los diversos grupos de personas que bailan los domingos, sin olvidar los homosexuales que tienen su rincón de paz en el fin de semana.
Adiós diversidad sexual, etaria, religiosa, social y demás…¡David y Neil tienen razón! Resulta urgente para un gobierno de “izquierda” que busca una buena imagen con el capital, limpiar esos espacios públicos tan atractivos para los Bobos (Bohemian Bourgeois)y demás amantes de una supuesta vida urbana a cuya destrucción contribuyen ampliamente. ¿Una contradicción más? No es así, la izquierda que ya sacó los niños de la calle del Centro, que removió a los ambulantes sin ofrecerles una verdadera alternativa, y que se asocia con el gran capital para renovar una ciudad solo es el instrumento de una recuperación de la ciudad a beneficio de los que pueden pagar por ella.
¿No sería tiempo de “indignarse” como lo propone Stéphane Hessel?

miércoles, 14 de diciembre de 2011

DIASPORA JUDIA Y MEXICO

Tan lejos nos parece el genocidio perpetrado por los nazis, que a veces resulta todo queda nublado por impresiones vagas, y recuerdos de películas o documentales. Y sin embargo, ese evento que marcó el siglo XX y la historia de la humanidad de manera indeleble, no deja de ser el hito mayor de la violencia salvaje, de la xenofobia, de la deshumanización.
Por ello es que vale todavía, hoy y cada día, recordar, es decir hacer nuestro trabajo de memoria sobre tal evento. Hoy lo haré a partir de una conversación que tuve con Liliana López Levi, una conocida geografa de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco de la ciudad de México. Hablabamos, en los resquicios de un evento sobre Teorías Urbanas, de los niños de Morelia, aquellos pequeños que fueron salvados gracias a la respuesta formidable que tuvo el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas del Rio (1934-1940) que los trajo a México y los asiló en la ciudad de Morelia, donde les dió el cobijo necesario hasta su mayoría. Algo que engrandece a México y que será recordado por largos años más por la generación rescatada del infierno de la guerra civil y por sus hijos y nietos, así como por el pueblo español en general. Liliana me contó que, por desgracia, la actitud frente a los judios, unos años después, no fue tan benevolente. Me acaba de mandar una cita particularmente traumática que reproduzco a continuación: Es un fragmento de la Circular Confidencial num. 157, enviada por la Secretaria de Gobernación a la secretaría de Relaciones Exteriores, México D.F., a 11 de agosto de 1934, que dice: Por último, esta Secretaría ha creído conveniente atacar el problema creado por la inmigración judía, que más que ninguna otra, por sus características psicológicas y morales, […], resulta indeseable; y en consecuencia no podrán emigrar al país, ni como inversionistas en los términos del Acuerdo de fecha 16 de febrero anterior 1934[…]si se descubre que es de origen judío, no obstante la nacionalidad a que pertenezca, deberá prohibírsele su entrada, dando aviso inmediato por la vía telefónica a esta Secretaria. 

Dos pesos, dos medidas...una clara evidencia más de la presencia nazi en México y de su influencia sobre las políticas de la época. Una triste advertencia de que en países generosos puede haber signos de bajeza moral. Habrá que recordar también el trato que el gobierno francés dió a los exiliados republicanos que cruzaron la frontera gala y fueron encarcelados durante años en campos miserables donde muchos perecieron. 

A este respecto, el libro de Jordi Soler (los Rojos de Ultramar) dibuja un panorama desolador de estos campos, particularmente el de Argeles-sur-Mer, hoy un lindo destino turístico costero del Mediterráneo francés, a un paso de la frontera española, cuyos visitantes ignoran todo de la masacre ejecutada en el lugar mismo donde tienden sus toallas para tomar el sol. Hechos de un gobierno francés de izquierda por cierto, no muy diferente del gobierno colaboracionista del viejo mariscal Pétain durante la segunda guerra. 

Después de comentar el nomadismo en una entrega anterior, me pareció necesario insertar esta nota y estos comentarios: el nomadismo, hoy sanctificado por la posmodernidad, también muestra tonos al rojo vivo, cuando se trata de personas desplazadas, humiliadas y ejecutadas sin más razón que un odio ciego. Y esto sigue siendo el pan de cada día.... 

Sobre el tema de la recepción de los judios en México en los previos a la guerra, la referencia de la cual sale la cita anterior que me mandó Liliana es: Daniela Gleizer, México frente a la inmigración de refugiados judíos 1934-1940, México, CONACULTA, INAH, Fundación Eduardo Cohen, 2000.